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19 de diciembre de 2011

EL DIABLO Y EL CINE

La mejor coartada del diablo es hacernos creer que no existe (Baudelaire dixit). Pero gracias a renombrados cineastas se nos ha revelado su apariencia, advirtiéndonos, a través de filmes -curiosamente de culto- sobre la malevolencia de El Ángel Caí­do.
Así­, el llamado Prí­ncipe de las Tinieblas se instaló gratamente en la obscuridad de las salas de cine desde las primeras proyecciones: Georges Mélií¨s, F. W. Murnau, Fritz Lang, D.W. Griffith, Carl Theodor Dreyer, René Clair y Benjamin Christensen, fueron partidarios, tempranamente, de la denuncia del Señor del Averno.
Otros grandes y diversos directores, desde su propio estilo y género preferido, han mostrado o sugerido la presencia del Maligno. A Jacques Tourner, maestro de la atmósfera, los productores de Una Cita con el Diablo (1957), le obligaron a insertar una gigantesca criatura que personificaba al demonio. Stanley Donen, desde la divertida sátira Un Fausto Moderno (1967), narraba la historia de un “pobre diablo” en la Inglaterra pop; la casa Hammer en Una Tumba en la eternidad (1967), demostraba que el demonio viene más allá de la estratosfera y puede manifestarse en forma de invasión extraterrestre. Roman Polanski, con El Bebé de Rosemary (1968), sorprendí­a evitando el truco fácil de evidenciar al bebé de Satanás, y sólo dejaba ver una cuna de velos negros.
Luego, el Chamuco prefirió omitir toda su iconografí­a creada por los artistas plásticos de la cristiandad, para introducirse en la vida monacal sustentada en los eventos ocurridos en Loudun, en la excesiva y provocadora cinta Los Demonios (1971), de Ken Russell; para enseguida, poseer púberes en El Exorcista (1973) de Friedkin, o de plano, apoderarse de inocentes cuerpos de niños representando al Anticristo en el ambiente del poder polí­tico mundial en La Profecí­a (1976), según Richard Donner.
Después, la maldad ya no tuvo a su enemigo perenne a mano, la bondad. A fin de milenio el hombre se habí­a desbarrado en un cinismo que no le permití­a ser bueno. Entonces, El Diablo decidió pasarse del lado del enemigo para comportarse generosamente violento contra, por ejemplo, el mal comportamiento juvenil; pero ahora se alejaba de la representación del bestiario bí­blico, adquiriendo personificación de psicópata, demente o asesino serial, en filmes como: Pesadilla en la Calle del Infierno, Halloween, Viernes 13, y demás.

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