Vistas de página en total

6 de agosto de 2012

EL PACTO.

Roger Donaldson dirige a un Nicolas Cage con piloto automático acompañado de un correcto Guy Pearce en un thriller más bien soso. Esa sería mi descripción en breves palabras de lo último de Nick en cartel. Tan prescindible como olvidable al salir de la sala.




Se trata de un thriller correcto sin más. La trama no sorprende ni posee unas actuaciones especialmente brilantes. Como lo de Cage en esto del celuloide va en picado desde hace mas bien bastante, eligiendo papeles en films de segunda cuando tuvo una época dorada interpretando en joyas como Leaving Las Vegas o El señor de la guerra, no sorprende en absoluto verle en films mediocres como es el caso. La situación financiera del actor debe estar en serio compromiso, y por ello debe elegir los guiones con una venda en los ojos. Tampoco es de extrañar ese comportamiento en momentos de crisis. Y mucho me temo que lo siguiente del actor en pantalla seguirá el mismo camino que la que estoy comentando, y me refiero a la aún no estrenada Stolen, de Simon West. Veremos.



Con ello, El pacto (Seeking Justice es mucho más acorde con lo que sucede en la trama) es un thriller al uso que no acaparará nuestra atención demasiado tiempo, y que no cosechará demasiadas buenas críticas. Siendo sincero, no merece pagar por ella y esperar su pronta edición en formato digital para su visionado. Dista mucho de ser un buen thriller excepto en un par de momentos interesantes, y para alguien que ha visto a su protagonista vivir tiempos donde su estrella brillaba mucho más, es simplemente otra ocasión desperdiciada de desempeñar un buen trabajo y volver a escalar la cumbre que una vez pisó, aunque fuera por un periodo más bien corto. Muchos son ya los patinazos de Cage en poco tiempo, sin ir más lejos citando títulos tan fugaces y mediocres como fueron Bajo Amenaza (Joel Schumacher), Furia Ciega (Patrick Lussier) o En tiempo de brujas (Dominic Sena), pasando por alto la infumable segunda entrega del Motorista Fantasma, por la que el amigo cobraría su correspondiente cheque, por supuesto. Aquí se limita prácticamente a hacer lo mismo, dentro de una historia de venganza en la que terminará pagando un peaje demasiado caro.