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11 de enero de 2012

BURIED

Cuando uno se entera de que Buried ocurre en su totalidad en un ataúd de madera, bajo tierra, en el que el único interprete del film apenas puede girarse se pregunta como lo hará para que la película no resulte aburrida y para sorprendernos conociendo ya que solo hay dos finales posibles. Y la respuesta parecer ser sencilla, asfixiar al espectador.

Todo en la película da sensación de ahogo. La fotografía, el montaje, su banda sonora, la grandiosa actuación de Ryan Reynolds, el guión... incluso los fantásticos títulos de crédito hacen que se te encoja el corazón.

Acabados estos créditos, que simbolizan el secuestro y el enterramiento del protagonista aparece la nada más absoluta. Solo se ve oscuridad y únicamente se oye una leve y entrecortada respiración. A partir de ese momento al espectador solo le quedan unos agonizantes 93 minutos de espera junto a un hombre enterrado, un mechero y un teléfono móvil con la batería a medio cargar y en un idioma que no conoces.

Durante esa apabullante hora y media, el director, Rodrigo Cortés destruye todo esquema cinematográfico creando una arriesgada propuesta que recuerda mucho al mejor Hitchcock y que para más inri, funciona. El director ha sabido rodearse de un buen equipo técnico capitaneado por el director de fotografía Eduard Grau, que ya demostró su excepcional talento en A Single Man el año pasado y que en Buried crea todo un ejercicio de estilo. El compositor, Víctor Reyes, que ya trabajó con Cortés en su anterior película, Concursante, crea una buena partitura aunque era innecesario subir el volumen de ésta para crear tensión, es suficiente con la existente.

Tema aparte es la interpretación de Ryan Reynolds, creando un Paul Conroy desesperado por salir de allí, regresar a casa y abrazar a su mujer y a su hijo. Se ve claramente que Reynolds se ha trabajado el papel a conciencia y cada palabra, cada suspiro, cada mueca está completamente naturalizada a lo largo del film.

ESCALOFRÍO EN LA NOCHE

TRAILER ORIGINAL
Ópera prima del gran Clint Eastwood en lo que a dirección se refiere. Basada en un relato de Jo Heims, “Escalofrío en la noche” es un thriller de suspense en el que un locutor de radio local se ve acosado por una peligrosa oyente, hasta el punto de que su vida y la de sus personas cercanas comienza a correr peligro.

Podríamos destacar tres grandes influencias en esta película. Por un lado, Eastwood se convirtió en heredero de ese fantástico pulso narrativo que Don Siegel sabía conferir a sus películas. Por otro, las reminiscencias con respecto a “El seductor” son más que evidentes. Y, en tercer lugar, el gusto del protagonista por el jazz queda patente en toda la producción. Aunque sería injusto obviar la influencia hitchcockiana, ya que algunas secuencias dramáticas guardan cierta similitud a la archifamosa “Psicosis”.

En cuanto al elenco, tenemos al señor Eastwood muy propio en un rol diferente al que suele encarnar (nada que ver con Harry el Sucio). Aunque si alguien destaca de todo el reparto es Jessica Walter; se mete tan de lleno en su psicótico papel que haría palidecer a la mismísima Glenn Close (de hecho “Atracción fatal” es una copia descarada de este filme). En concreto, la mencionada intérprete nunca volvería a repetir una actuación similar, quedando casi relegada al mundo de la televisión. Como curiosidad mencionar que Don Siegel aparece brevemente como secundario, sin duda un sentido homenaje en forma de gratitud de Eastwood .

 Clint Eastwood logró salir más que airoso de su primera experiencia tras las cámaras con esta película. Demostró dominio de la cámara, sobriedad narrativa y capacidad para sacar el máximo de sus actores, algo que muchos realizadores no logran dominar en toda su carrera. Así comenzó la leyenda de quien posteriormente sería calificado como uno de los grandes clásicos del cine.