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28 de julio de 2012

LA NARANJA MECANICA.

La película más polémica del finado Kubrick, y antes de profundizar más exhaustivamente en su análisis es, ante todo, una película que como casi todo el cine de éste resulta muy perjudicada por el paso del tiempo. Mala señal. Basada en la novela homónima de Burguess, Kubrick propone una parábola antidictatorial de corte filosófico/futurista dónde la cumbre de la estupidez del próximo futuro sería una estomagante y absurda burocracia sectaria. Narra las aventuras del ínclito joven Álex (McDowell) líder de un cuarteto de ultraviolentos y desaprensivos del sexo que dedican su vida a hacer daño. Unos auténticos "clowns", marionetas. El tal Álex es un amante perdido de la música del divino Ludwig van Beethoven y será capturado por la policía y llevado a una prisión dónde será la cobaya de un experimento del Gobierno para regenerar delincuentes. Por ello, "La naranja mecánica" parte de la tesis de un contexto ultraviolento y depravado, al que seguiría una antítesis dónde la educación y la moralidad serían los símbolos, para hallar una síntesis según la cual la reinserción del delincuente solo es posible bien artificializando, manipulando su suerte, y por consecuencia de ello, su libertad, o bien es directamente imposible. Claro que Kubrick todo nos lo muestra desde el punto de vista de Álex, a la vez verdugo y víctima del Sistema. Resulta un film a ratos brillante pero a ratos pedante. Acaba por resultar pesado y tiene una composición pedagógica, en su mensaje, trascendentalista y autoconvencida de su propia genialidad. Operística y tan paranoica como el propio Álex posee una iconografía rica y de todo tipo: la música de Beethoven, catársica; la jerga juvenil empleada: un cínico "hermano" con el que Álex se dirige a las personas, la "milicienta" (policía); unos Cristos desnudos y con el puño cerrado y levantado; la escultura de un pene gigantesco tipo mecedora, una sangrante sátira de la Biblia, otra de Hitler en la divertida parte de la llegada de Álex a la penitenciaría... Kubrick crea una estética barroca y pretenciosa, trata la moralidad desde la inmoralidad, nos muestra monstruosos seres inhumanos reconducidos por otros que lo son iguales, nos envuelve en una atmósfera fantástica que quiere ser el real espejo del futuro, del pasado y del presente. Porque, al fin y al cabo, Kubrick solo creía en sí mismo, y en nadie más.

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