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1 de junio de 2012

REPULSION (1965)

Climas sórdidos, atmósferas claustrofóbicas, personajes desequilibrados y ambientes enfermizos con frecuencia han coexistido en las películas que Roman Polanski ha dirigido a lo largo de su dilatada carrera, exhibiendo siempre su elegancia en la dirección. Pese a ser un claro heredero y portador del testigo dejado por la Nouvelle Vague, su trayectoria le ha situado en un punto muy distante hoy de gente como Chabrol o Godard, un hecho que podríamos explicar si tenemos en cuenta que muchas de sus cintas han sido producidas con capital británico o americano, y además han derivado hacia vertientes más comerciales y atractivas para el gran público, mientras que aquellos siguen fabricando pequeñas joyas de artesanía sin salir de su Francia natal. Aunque siempre al margen de la gran industria, en Estados Unidos rodó dos de sus films más aclamados: La semilla del diablo (1968) y Chinatown (1974). En sus inicios es realmente apreciable la influencia de la nueva ola francesa, a la cual pertenece en toda regla su ópera prima, El cuchillo en el agua (1962), la cual, omitiendo aún los códigos más genuinos de su cine posterior, muestra una fotografía y una austeridad propias de la corriente europea del momento. Repulsión (Reino Unido, 1965), su segundo largometraje, huele todavía a Nouvelle Vague, pero pone de manifiesto ya las maneras del Polanski de siempre. Como protagonista absoluta cuenta con Catherine Deneuve, que interpreta de forma sensacional a una mujer frágil e hipersensible que siente verdadero rechazo a cualquier tipo de contacto con el sexo opuesto. El blanco y negro, aséptico, neutro, tenebroso, es uno de los apartados que más admiro en esta la película, magistralmente dirigida y ambientada por Polanski.

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