Cuando un libro viene precedido
de fama, por regla general lo suelo coger con respeto y recelo. No me fio, tengo
miedo a decepcionarme. Pero del público francés suelo tener buena opinión de sus
gustos literarios, pues rara vez suelen dar elogios vanos, sobre
todo a una obra extranjera.
Este libro, galardonado, entre
otras distinciones, con el Premio a la mejor novela Europea 2010, nos cuenta la
historia del encuentro entre dos mujeres, en una despoblada zona rural de
Estonia, en 1992, durante los zozobrantes días posteriores a la independencia de
lo que una vez fue la URSS. Aliide Truu, una anciana que malvive junto al
bosque, encuentra en su jardín a una joven, Zara, veinteañera rusa, víctima del
tráfico de mujeres, que ha conseguido huir de sus captores y necesita ayuda
desesperadamente.
Pero, la elección, que a priori
parece casual, esconde un terrible vinculo, un nudo gordiano tensional que poco
a poco se nos irá desatando, ya que el pasado, por mucho que queramos olvidarlo,
siempre acaba volviendo a visitarnos, Porque en la vida, nada es lo que parece.
La autora bien podría estar
contándonos la historia de sus abuelos, pues su madre es estonia, y se nota que
sabe de lo que habla, conoce lo que está contando. Seguro que parte de lo
contado es la crónica de su familia.
Narrada en capítulos cortos, con
movimientos pendulares entre los diferentes años, asistimos al esclarecimiento
gradual de los hechos, con un lenguaje duro, descarnado, realista, sin
concesiones a la galería, casi sin omitir detalles por
desagradables, escabrosos o dolorosos que nos parezcan. La opresión, la
venganza, el odio, el extraño y desgraciadamente real, sentimiento de culpa que
lleva la humillación, nos introduce en una obra, si no de trama original, si
desconocida para los que habitamos en el mediodía de Europa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario