Las postales que el director ha utilizado para forrar los agujeros son efectistas pero responden más a un bombardeo que a una exposición.
Solo los aficionados y cómplices "Álexiglesistas" gozarán plenamente de esta valiente apuesta, contaminada de referencias anteriores, que dejará al resto de los mortales con las yemas de los dedos llenas de cola intentando hacer lo que no ha conseguido el maestro español del esperpento radical : buscar pistas y explicaciones que nos ayuden a cuadrar las simbologías y a borrar de nuestro imaginario algunas de las treinta nuevas preguntas que duermen entre las virutas de nuestra cabeza.
¿Es un patético retrato de la España que fue y la que será? ¿No tenemos solución y siempre matamos lo que más queremos? ¿Estamos condenados a repetirnos? ¿La violencia gratuita vende? ¿Álex es nuestro Tarantino?.....¿.......?
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